jueves, 18 de junio de 2015

La medida de velocidad utilizada en la navegación marítima conocida como nudo tiene origen en una cuerda.


Antiguamente, un tripulante disponía de una cuerda o línea con nudos a intervalos regulares y una pieza de madera, otro tripulante disponía de un reloj de arena de alrededor de medio minuto.

El primero arrojaba el tronco al agua por la popa y dejaba correr la línea que, en su primer tramo, no tenía nudos a fin de darle tiempo al tronco a flotar y quedar estacionario en el agua.


Cuando llegaba al primer nudo daba la orden al otro tripulante para que diera vuelta el reloj y comenzara a contar el tiempo preestablecido.

Cuando caía el último grano de arena, el tripulante a cargo del reloj daba la orden de hacer firme la línea. Habitualmente, el tripulante que sostenía la línea iba contando los nudos de ésta en la medida que iba dejando correr la línea, por lo cual bastaba estimar la fracción de cuerda entre el último nudo y su mano para informar la velocidad.

En otros casos, los nudos se hacían de distinto material o con distintas formas para reconocerlos directamente, sin necesidad de contarlos, tal como se hacía en las sondalezas. 

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